28/6/08

El mito de la taberna


(Este descriptivo cartel lo he sacado de aquí )


Que el mundo es y será una porquería, ya lo sé. Pero eso está descontado. A mí, privilegiado habitante de un país rico (cuando nací, no lo era), lo que me hastía es la inmersión propagandística total en que vivo.

Desde el terrorismo hasta el fútbol, pasando por las reivindicaciones arzobispales, las lingüísticas de uno y otro signo, y signa (y camarada Loreta), las puñaladas traperas entre los kapos de los diversos partidos, las soflamas patrióticas grandes o pequeñas, las bodas gays y la actual temporada de festivales de música, todo lo noticiable forma un puzzle cuya única finalidad es distraer la atención de lo esencial.

Lo esencial es que somos pastoreados como ganado por unos cuantos multimillonarios que dirigen unas cuantas corporaciones transnacionales que viven de nosotros. Los estados se mantienen porque son útiles: tienen un ejército, una policía y un sistema judicial para tener controlados a los levantiscos y una hacienda que roba a los pobres para dárselo a los ricos (como en la actual crisis financiera).

Todo lo que ponen ante nuestros ojos es un señuelo para tenernos entretenidos y que dirijamos nuestra atención hacia otra parte. Pretenden que no veamos la realidad, sino la sombra de la realidad que se proyecta en el fondo del vaso de cerveza.

Palabra que a veces añoro aquellos tiempos de la democracia orgánica, cuando todo estaba claro y el Caudillo, no sólo había inventado las fortificaciones en contrapendiente, sino que, para orgullo de la raza, batía todos los records habidos y por haber, en especial de caza y pesca: una vez, incluso pescó un cachalote, fíjese usted qué tío.

Cuando las Cortes eran Cortes y el Procurador que no podía ir vestido de General, Obispo o Notable Saharaui, lucía el uniforme del Movimiento, tan vistoso. Por lo menos, no había elecciones, salvo las del Tercio Familiar. ¡Y sólo había fútbol los domingos por la tarde!

Entonces, las cosas estaban claras y España limitaba al Sur con la vergüenza de Gibraltar. A veces, el cura que nos bautizara a mí y a mis hermanos, y a mí me administrara la Primera Comunión, llamaba a casa a horas intempestivas para ver si mi padre, militar a la sazón, podía echarle un cable con su hermano -también cura- que era de ETA y lo habían vuelto a detener por ahí arriba.

Entonces, las cosas estaban claras: no tenían necesidad de convencernos porque no había otra. Los rojos eran la peste (en aquellos días, aún había hasta rojos), los masones conspiraban en la sombra de sus tenidas contra el Generalísimo, la Espada Más Limpia de Occidente; los maricones eran un asco y había que meterlos en la cárcel porque eran socialmente peligrosos y el Jefe del Estado, entre inauguración e inauguración (que teníamos que ver en el NODO antes de la peli, lo que era un coñazo que asumíamos como si fuera un fenómeno meteorológico) conservaba, con muy buen criterio, la potestad de decidir quién podía ser obispo y quién no. Vamos, y que se le manifestaran los obispos.

Como todo el mundo trabajaba un huevo y tenía un porrón de hijos que mantener con un sueldo de mierda, no había tiempo que dedicar a hacer manifestaciones, ni mostrar desafección al Régimen del 18 de Julio, cosa reservada a los estudiantes, niños de papá que -desagradecidos- mordían la mano que les daba de comer y a algunos elementos subversivos que -siempre minoritarios- trataban en vano de emponzoñar a la gran masa de los productores sanos y honrados, cuyos derechos veíanse salvaguardados por el Fuero del Trabajo, la legislación social más avanzada del mundo. De hecho, no preveía jornadas de 65 horas ni nada.

No había nada más que ver cómo el pueblo sano se arremolinaba espontáneamente a lo largo de la carretera de La Coruña cada verano para vitorear al Caudillo cuando se iba de vacaciones al Pazo de Meirás ¡en coche! Lo juro: yo lo he visto.

Franco, por lo menos, había ganado una guerra, lo que le confería la misma legitimidad que a otras luminarias de la humanidad como Julio César, Gengis Kan o Napoleón, que, aunque obviamente oscurecidas ante el brillo del Vencedor de La Cruzada, nadie se mete con ellas y hasta son muy estudiadas, oiga.

Hoy, que vivimos en una Democracia Floreciente (D.F.), advenida por la sangre y el sudor de un montón de pardillos heróicos, las decisiones que configuran el marco al que habrán de atenerse los así llamados representantes de la soberanía nacional (que se supone que descansa sobre nuestras espaldas: las mías y las tuyas, amable lector) las decisiones... etc., digo, las toman en Flandes unos burócratas a quienes nadie ha elegido y que tienden a prestar oídos, más bien a los representantes de las multinacionales de uno y otro signo que a la gente que va a tener que cumplir sus directivas.

Por ejemplo, cosas tales como que a un señor (o señora), por el simple hecho de no ser de aquí, se lo pueda meter en la cárcel (si: en la cárcel) sin intervención de ningún Juez durante año y medio (bastante más que si eres un moro sospechoso de terrorismo en Inglaterra). Por ejemplo, que sin más trámites, puedas coger a un niño que está solo, pero no es de aquí, y mandarlo -solo- a cualquier país por el que haya pasado antes de llegar a nuestro floreciente y democrático suelo con tal de quitártelo de en medio. Bueno, una vez garantizado (previo pago) que los eficientes servicios sociales de Mali se hagan cargo de él.

No sé por qué, pero cada vez tengo más la impresión de que para ese viaje no necesitábamos alforjas.

Nota bene. Eso sí: los irlandeses son, aparte de unos desagradecidos, unos antidemócratas, y su gobierno, un hatajo de pardillos por pedirles su opinión, cuando todos los demás ya habían decidido que esta vez no preguntaban a la gente, no fuera a meter la pata y volver a votar que no.

27/6/08

Peregrinatio Carpzovii (IV)



10 de agosto.
19.30 h. Jueves.

Se me olvidó que, cuando me iba de la Palloza, en Fonfría, aparecieron los colegas de Guber y nos tiramos una hora más tomando cervezas y echando un billar.

¡Bien! Estoy en Portomarín, en una terracita en un porche. Vagueando un poco. Saliendo de Morgade, me he resbalado por unas piedras mojadas y me tiene mosqueado mi rodilla derecha (esto de las lesiones antiguas es un coñazo: pasan los años y siempre están ahí, acechantes) así que me la he emaburnado de calmatel y me la he vendado un poco por si las moscas. Además así tienes como más aire peregrino.

El martes, llegué a Samos a las 19.10 h. Dormí en el albergue del monasterio. Visité con otros listos, y un fraile que nos la enseñó, la capilla mozárabe del s. IX con sus genuinos frescos de cuando la hicieron, descubiertos hace cuatro años bajo 15 capas de cal y en grave peligro. Tanto que van a cerrarla al público por la cosa de restaurar, así que mira qué suerte.

Cené con varios que he ido conociendo por el camino: dos líderes espirituales enviciados por el Camino: un abogado de Madrid y otro de Fuenterrabía, cincuentones, buenos bebedores y conversadores.

Por cierto, en Samos, el monitor de la Xunta que hay en el monasterio me facilitó una chuleta como la que tengo del Bierzo, de la otra vez, con los perfiles del recorrido y las distancias entre pueblos o puntos característicos, así como los servicios que hay en cada pueblo. Es lo más práctico que se puede llevar. Muy exactas las distancias, no como en las guías que, por regla general, son una mierda, aunque no están mal para los que van en coche.

Etapa del día 9. Ayer salí tarde, sobre las 9 h., después de desayunar y redesayunar en Samos. Soy un gilipollas: a las 9 tenían misa cantada y el gregoriano de Samos es famouso no mondo enteiro. Como era a una hora tan tardía, no me quedé. Total, hice Samos-Sarria en un periquete y seguí hasta Barbadelo por el bosque de Caperucita, lleno de castaños estupendos. Ahí me quedé: Refugio de la Diputación, moderno y sin ninguna gracia, como todos los de la Xunta del 93. 14 camas. Dormí en el campo, fuera. Dediqué la tarde a charlar con un gallego, Santiago por más señas, que empezó en Villafranca, y unos chicos/as de Barcelona (esto está lleno de catalanes), muy majetes. Varias birras. Un tal Daniel aparca una caravana junto al refugio, a la sombra de los árboles, y abastece de bebidas y bocatas a precio razonable. En el pueblo (muy pequeño) un par de casas de comidas y una iglesia románica muy cuca.

El tal Santiago es acérrimo defensor del Gallego normalizado y afea a los paisanos -culpables de haberse criado en Gallego y no haberlo aprendido de mayores- las impurezas castellanizantes de que salpican su hablar. Bueno, pues vale. Todavía recuerdo el cabreo del Prof. Paradiñeiro, el Lobo del Caurel, cuando tuvo que estudiar "esa jerga infecta que llaman Gallego normalizado, ¡yo, que lo he mamado!" etc. para presentarse a una oposición de la Xunta. Bueno, como yo soy castellano viejo, no me meto.

Ojo: si a partir de Piedrafita empieza a aumentar el número de gente porque la mayoría empieza el Camino en la frontera de Galicia, al llegar a Sarria la cosa se convierte en una Romería (nunca mejor dicho). Como necesitas caminar 100 Km. para poder decir que has peregrinado y justo aquí faltan 100 km. para Santiago, desde este momento se arraciman los nuevos paseantes.

Etapa del día 10.
Esta mañana he salido a las 8 y algo; he parado en Rente, a 2 Km.,. a desayunar. Ahí me he encontrado a la pareja de austriacos de Villafranca que también están por aquí. Luego, en Morgade, una nutrida representación de catalanes me ha conminado a detenerme: los de Barbadelo, las cinco chicas jovencitas de Barna que llevo viendo desde el alto del Poio y otros nuevos. Cantina simpática. La cantinera, también. Todo abundantemente provisto.

Un paseo hasta aquí, menos la subida al pueblo propiamente dicho, que entra una vez más en la categoría de cuestorro infecto. Atención, si no se te ha perdido nada en Portomarín, no cruces el Miño; el camino sigue a su aire. Yo no lo sabía y, claro, luego no vuelvo a bajar esa cuesta ni de coña con este calor. Camino muy bien, no me canso. A las 12.30 h. estaba aquí: unas tres horas y poco reales de andar. Sólo me he quemado las pantorrillas y los brazos, pero nada serio. A este paso llego a Santiago sin haber ligado el moreno agromán que aquí llaman moreno peregrino (más elegante, qué duda cabe)

Nota: el mejor after sun es la pomada A+D de la Farmacia Militar: ¡Vale para todo! Sobre todo con este sol de justicia. Los pobres catalanes de Barbadelo se habían quedado sin agua a un par de kilómetros de Portomarín y yo, gentilmente les dí la mía. No entendían que alguien pudiera caminar esos dos km. sin más agua. Inútil explicárselo. Lo más divertido ha sido cuando les he enseñado el truco del fisherman's friend de menta extrafuerte antes de beber. "¡Es Gandalf!, ¡convierte el agua caliente en agua fría!". Trucos del oficio.

Voy de puta madre. No tengo prisa, pero he bajado de treinta y algún Km. a unos 20 estos últimos días. Por pura vagancia. Pero, a cambio, hablo con más gente y veo más cosas. Aquí, por ejemplo, la iglesia de San Juan, iglesia-fortaleza de los Hospitalarios, s. XII, muy maja. Este pueblo es nuevo: hicieron el pantano sobre el Miño en 1962 y se lo subieron aquí arriba. En la iglesia se ven aún las piedras numeradas de cuando la desmontaron.
Y poco más. esto está lleno de moscas que intentan aparearse encima de uno.

La gente madruga un huevo para llegar pronto al final de su etapa y pillar cama en el refugio ¡incluso ducharse con agua caliente! Yo voy a mi bola. Casi me da corte no tener ampollas. Aquí se ven ejemplares realmente impresionantes. Especialmente, de un tipo que no había visto en mi vida: ¡bajo la uña del dedo gordo! No me lo explico. Las conversaciones sobre ampollas, sus distintas variedades y tratamientos (en general, todos los que no hay que usar nunca) son el tópico. Se ven cosas que los humanos no creerían.


Autocrítica: He traído -fatalmente- demasiadas cosas.

§ Vaqueros: ¿Por qué? Bueno, si llegas a algún sitio civilizado, no está mal ponértelos.
§ Chubasquero y pantalón de chubasquero. (basta el poncho)
§ 3 mudas (bastan 2)

Bien: Botiquín:

§ Los primeros días te embadurnas las piernas de calmatel antes de irte a dormir y, a la mañana siguiente, como nuevo. (esto es el reconocimiento de mi decrepitud y falta de entrenamiento)
§ La pomada A+D de la Farmacia Militar es cojonuda, para las ampollas, si las hay y para las quemaduras solares.

Abundante esparadrapo para blindarse los pies donde amenazan las ampollas.


§ El chaleco de bolsillos, muy práctico, oye. Sólo que no lo lavé ayer. Debería haberlo hecho, porque hiede ligeramente. Ahora ya es tarde (pereza)

Me he echado una siesta de dos horas. Estado de ánimo: Muy bueno. Me parece haber salido de Madrid hace meses. desconexión total. He llamado antes a Julia y Sofía, a ver cómo me tienen a la gata. También a Fer (atavismo). Por cierto, parece que en las cabinas de los refugios de la Xunta hay tarifa especial o algo así, porque cualquier llamada sale a precio de local (confirmar).

Desde Villafranca no he pensado en nada ni en nadie de fuera de aquí y ahora. Un año de éstos que consiga vacaciones de persona civilizada, haré el Camino desde Roncesvalles. Entiendo que haya gente que se enganche. Por cierto: nadie me ha hablado todavía ni de los Templarios, ni de las fuerzas telúricas.

Aquí hay una especie de camaradería entre caminantes; sin ir más lejos, acaba de sentarse a mi mesa ("¿puedo?") una chica en la que me he fijado cada vez que la he visto (lógicamente, porque está muy buena) ¡Qué casualidad! Parece tener los pies en bastante buen estado, lo que aquí es un dato que dice bastante sobre la gente. Hay una especie de superioridad, un poco culpable, de los "sin ampollas".

Vaya, creía que la chica era francesa, pero no: es alemana.

12 de agosto.
Arzúa.

Anochece.

¡Bueno! Pues aquí estoy, en la terracita del pub "Arcano", en Arzúa, esperando que me traigan un megacroc, o un combicrunch, o algo parecido; vaya: una especie de pizza para uno.

La verdad es que, aparte de la iglesia de los Hospitalarios, Portomarín es un peñazo. Lo mejor fue cenar un bocata en el parque, leyendo a Montanelli. Salí pronto por la mañana...



24/6/08

Peregrinatio Carpzovii (III)



13 de agosto.
20 h. domingo.
Arca.

Arca. 20 Km. para Santiago. Ayer dejé de escribir porque la pizza iba encima de una bandeja de hierro recién sacada del horno, pero hábilmente camuflada por una bandeja de madera de aspecto totalmente inofensivo: me achicharré un dedo y tuve que sujetar un par de hielos durante un buen rato.

Retomo el hilo:

Etapa del día 11: Portomarín, Palas de Rei, villa de realengo, imagino. Camino bastante suave, 25 Km. aprox. primera mitad cuesta arriba, pero nada grave. Tiempo perfecto para caminar: niebla, pero sin pasarse, luego orvallo. La última hora la hice con Jose y su colega, los decanos desde Villafranca. 65 años los dos, de Barcelona ambos; uno muy católico y el otro librepensador, siempre están discutiendo, pero se paran en todos los chiringuitos a tomarse una birra. Así me capturaron, con un bote de Estrella de Galicia que ya me habían pedido al verme llegar. Me tocó dormir en el suelo. Ellos, no: los hijoputas sabían que en el refugio tienen camas reservadas para los mayores de 60. Interesante con mis chicas preferidas de Barna; otro grupito en el que no me había fijado: 3 mozas y un pollo, muy jóvenes también, también de Barcelona.

Paseos por el pueblo. Comí con un cacereño, profe de primaria, pero muy, muy profe de primaria, pedorro aunque majete. Lo más interesante, un bar pulpería con terraza en la calle principal, al lado del refugio. La bebida isotónica perfecta es una jarra de 1/2 litro con un kas de limón y rellena de cerveza; eso ya lo sabía la Academia (QLS), al menos el sector Aikido, pero aquí la gente se queda muy impresionada. Algo de aburrimiento, pero nada grave. Ceno en otro parque leyendo a Montanelli. Trabo cierta relación con una gata con la que comparto una lata de sardinas.

He elegido un libro cojonudo para venir aquí: la Historia de los griegos de Montanelli, que leí cuando era joven. Es lo justo, ni denso ni gilipollas; capítulos cortos (este es el secreto de un buen libro para viaje: capítulos cortos) y ninguna novedad, pero te acuerdas de quién iba primero, si Pisístrato o Alcibíades. Relax, en suma.


Etapa del día 12
Por la mañana, desayuno a las 6,30 h. con el grupo mixto de los habituales desde Portomarín en una cafetería abierta 24 horas, según se sale del refugio a la dere por la calle principal, unos 150 m., cruzas y se ve. Me quedo un poco leyendo el periódico (como siempre, vaya) y tiro. Acertado, porque ya se ve algo y me encuentro al grupo mixto en un cruce volviendo sobre sus pasos: je je, en la oscuridad habían confundido el camino.

Consejo: Salir de Palas por la carretera general sin hacer ni puto caso de las señales, hasta encontrar un cartel del camino a la izquierda. Pasado Carballeiro. Hasta aquí, el camino señalizado da mil vueltas absurdas, con cuesta infecta incluida, para llegar al mismo sitio. Realizo estas interesantes observaciones con un abogado de Madrid (otro) clavadito a Jorge Argote, cuando hete aquí que aparece Mariluz, la chica que había dormido tan a mi lado en el refugio, ¡con trenzas! Hola, hola... Yo la había dejado en el refugio durmiendo. Luego me dice que haciéndose la dormida para escaquearse de su hermana y sus colegas. Muy sorprendente. Sigue mi ritmo, así que hacemos el camino juntos en principio hasta Ribadiso. Parada en Mélide (1/2 camino) para repostar.

Bien, aunque al final hay unas cuestas bastante coñazo. Como de costumbre pasando a todo el mundo. Echamos una medio carrera muy divertida con otro de los grupos de Barna (con los que entré en Portomarín y que me siguen eternamente agradecidos por haberles dado mi agua ese día: me llaman el benefactor de los catalanes y cosas así). Primera parte de la marcha igual que ayer, neblinas y orvallo; resto, calor.

En Mélide, las 5 de Barna, Laia, Vanessa, Raquel, etc., nos dicen que son las fiestas de Arzúa, famousas o mondo enteiro, es decir: la genuina Festa do Bote.

El refugio de Ribadiso es de verdad, no de la Xunta, es decir, con hospis de verdad. Bastante majo, con río (el Iso, obviamente). Me encuentro con un pollo (¡joder!, se me olvidan los nombres) que conocía de vista de Lavapiés, el a mí también, y -claro- ambos a Jati.

Hay camas y agua caliente. Pues no. En cuanto el primero se mete en la ducha, revienta una cañería. Después de mojarme los pies (¡aahhhhh!, etc) me voy a bañar al río (playa fluvial, saliendo del refugio, sigues el Camino dirección Santiago unos 50-60 m. sale una pistita a la izquierda, que bordea unos prados con vaques; a unos 200 m. o cosa así, se ve a la izquierda (lógico, pues uno sabe dónde está el río) Nado un poco: agua helada. Efecto inmediato: acojonante, como si no hubiera caminado un paso en todo el día. Pienso seguir hasta Arzúa y me encuentro con Mariluz que se había quedado a esperar a sus compis que dice que se va a Arzúa (lógico: hay fiestas) Les recomiendo vivamente el baño.

Acabamos todos en Arzúa. Como soy el más rápido, me toca encargarme de Sandra, que va en bus porque está completamente tushía de los pies (también de la mente); tras diversos líos (refugio lleno, etc.) y la aparición de unos asturianos que venían de Oviedo por el Camino Asturiano que, por lo visto, confluye aquí con el Camino Francés, y ante nuestro despliegue de sabiduría burocrática (porque entre ellos iba un abogado asturiano, que es todavía peor que abogado sólo), nos abren el polideportivo. Ojo con Arzúa: es un pueblo grande y una vez dentro ya no es cosa de tirarse a dormir en cualquier prado.

Teóricamente, cuando se llena el refugio, abren el polideportivo, a las 21 h., salvo que seas un grupo grande y hayas avisado con antelación. Bueno, fue llegando más gente y ya digo que había dos abogados para liar a los de protección civil... Nunca agradeceré lo bastante el Prof. Paradiñeiro el adiestramiento recibido en trato con los indígenas.

Paseo por Arzúa. Grande. Ambientillo. Me encuentro con la pareja de Illescas que conocí al salir de Barbadelo y unos amigos con los que habían quedado allí. Nos tomamos unas cerves en una terraza, hablando de cosas del Camino, de Tomás el templario de Manjarín y de Derecho Canónico, donde me luzco.

Vuelvo al polideportivo a vestirme (ya que vengo acarreando unos vaqueros desde Cacabelos, me los pondré) y busco dónde cenar. Ayer escribía en la terraza del pub ese, que está al lado de la Pza. de España, donde se monta todo el mogollón festivo concertal. Tomo unos quintos con el líder de unos chavales sevillanos que van con cura incluido y me acerco al concierto. Mariluz me informa de que el cubata de JB está a 450 pelas. constato que es cierto. Concierto: grupos cutres, lógicamente, pero un montaje de la hostia. En definitiva, cuando me quise dar cuenta, estaba medianamente borracho y debía ser bastante tarde.

Tras un par de whiskys, me escaqueé con BB***, con la que ya había coincidido antes. Nos pillamos un mini y nos dimos una vuelta por el pueblo, que estaba desbocado. Encontramos el garito que me hubiera gustado encontrar antes, bastante majo. Por la calle de la trasera de Arcano hay una placita y de ahí sale la calle. Majo, o eso me pareció y marcha aparentemente tranquila. Lo malo es que me acerco a la barra a pedir un par de cervezas y, según apoyo un codo, me dan unos golpecitos displicentes en el hombro y ¿qué me encuentro?: un mozo, que me explica que ese es su sitio. Cinco o seis mozos del pueblo con ganas de bronca, y yo, un forastero no corpulento con chica guapa al lado. Candidato evidente al pilón. Aplico el afamado método Carpzovius, con el resultado de que todos somos muy colegas, me pago una ronda y cada uno de ellos se paga otra. Acaba todo el mundo cantando, queriéndose mucho y cayéndose por el suelo y aquí la niña y yo volviendo a duras penas y completamente mamados al polideportivo.

Etapa del día 13. Esta mañana me he levantado tarde (a estas alturas, "tarde" quiere decir a las ocho menos veinte) BB*** y su gente habían desaparecido. (A lo mejor lo que yo creía que pasó anoche fue un delirio producido por el alcohol) He desayunado. Todos los bares seguían abiertos, con la misma gente, sólo que notablemente más borracha que unas horas antes. Reconozco que después del café me he apretado la primera mediana del día, a invitación de unos jóvenes nativos que había conocido la noche antes.

Camino hasta un chiringuito (genuina cuadra) donde nos vamos parando todos, porque llueve y porque, ¡joder! ya van 2 horas de camino. Muchas risas, dos medianas más per capita y se acaba la resaca de todo el mundo.

Camino un rato con Fiorenzo, el italiano del grupo mixto; creo que todo el mundo vuelve a estar pedo a causa de la parada técnica. Este y yo vamos a paso de marcha cantando los canti dei partigiani: Avanti Popolo, etc. Le sorprendo. Pero qué le voy a hacer si tengo esa manía de aprenderme todas las canciones.

Volvemos a parar los habituales en Empalme, antes de Santa Irene. Me quedo a comer allí con las 5 de Barna, en el restaurante de Pau. Decente. Charlamos entre otras cosas sobre el uso del Catalán y el Castellano en sus casas. Pensaba seguir hoy hasta el Monte del Gozo, pero al llegar aquí -Arca- me ha dado la pereza. Mariluz, a quien he encontrado aquí, ha seguido; su amiga la tushía (y cada vez más vegetal) estaba allí en bus.

No estoy feliz, pero sí en un estado de paz bastante cojonudo. En realidad, no he seguido adelante porque prefería retrasar el momento de llegar. Creo que volveré al refugio a leer un rato. Mañana quiero salir pronto. Supongo cuatro horas hasta Santiago.


21/6/08

Peregrinatio Carpzovii (II)



15 de agosto, 12.45 h.

Estoy en un bar. En la tele está Xena, la princesa guerrera.


Como queda dicho, llegué ayer a mediodía. Salí de Arca de noche. Me desperté con las 5 de Barna. Resulta que todavía había tampax de Kraff en mi mochila, lo que resultó interesantísimo para V***, que tenía gran necesidad. Y ya, claro, me han llamado nuevamente Gandalf y todo eso. Creo que van a ponerme una calle en Barcelona. Atención: temprano no hay ninguna posibilidad de café hasta pasados 8 Km.


Como había que atravesar el bosque y no se veía un pijo, y yo tenía mi maravillosa frontal, se vino conmigo Antsia (o algo así; fonéticamente correcto), la hermosa muchacha alemana de gafas que se sentó a mi mesa en Portomarín aquella tarde. Va sola. Habíamos ido coincidiendo. Así, caminando por medio del bosque de noche cerrada, le digo en mi inglés del Paseo de Extremadura, que me gusta andar a oscuras, pero que es imposible ver las flechas amarillas. Oh! Do you speak English?, y coge y se me desboca. Un par de horas sin parar de hablar en inglés, tras diversos tanteos: mi alemán es como su español, es decir: casi inexistente; su francés es mucho peor aún que mi inglés, y su inglés es bastante más aceptable que el mío, lo que no es decir mucho. Ruso no sabe, ni japonés. Resulta que tenía ganas de hablar conmigo (aunque me malicio que lo que le pasa es que tiene miedo de andar sola de noche por el bosque de Caperucita y, como es alemana, le da corte reconocerlo), que había ido fijándose en mí, dice porque también iba solo. ¡Andá la hostia! Obviamente, acaba doliéndome la cabeza (meine Kopf tut weh) Aunque nunca deja de sorprenderme eso de poder manejarme en inglés, reconozco que es bastante macarrónico. Va amaneciendo y destacamos patrullas en busca de un bar, pero -ya digo- hasta 8 Km. de Arca, nada. Sampaio o así.


Según mi costumbre, me retraso bastante en el desayuno leyendo la prensa local. Llego al Monte del Gozo
y me tomo un café con la alemana reencontrada. Ella decide esperar que abran el refugio (la recepción, más bien, porque de refugio esto tiene lo que yo de cartujo: es un emporio para los fastos fraguianos del Xubileo). Y bajo a Santiago. Llegando al casco antiguo, alcanzo al grupo mixto. (Carlos, Sara, Fiorenzo, etc.) y hacemos juntos entrada triunfal en la plaza del Obradoiro por el pasadizo, al son de las gaitas que tocan bonitos temas de la época en que yo estaba en la Facultad. Bastante emocionante, todo hay que decirlo. Cumplimos los ritos de entrada.

Yo, a todo esto, un poco inquieto porque mis caudales se reducen ya a 10 talegos y aún tengo que sacar el billete de vuelta y no sé si va a haber problemas para hoy (15). Voy directamente a por la compostela (sales de la catedral por la puerta principal, sigues la catedral a la izquierda, vuelta a la esquina, segunda calle a la dere, primer portal a la izquierda. Hago una cola de 40', cuento que he venido por motivos espirituales (si no, no te la dan) y soporto que una voluntaria guiri me pregunte si no habré hecho alguna trampa: "¿huelo como si hubiera venido en autobús?" Me la da. Y resulta que no sirve para nada: los descuentos son sólo para el avión. Se puede sacar el billete directamente allí (250 pts. de recargo), pero ya habían desconectado el ordenador.


Así que subo a instalarme en Monxoi (bus 6, junto a la plaza de Galicia, cada 20' diario, 30' sábados y festivos, 100 ptas.) y a intentar encontrar a Antsia o como se llame (no lo logro), Me ducho, con agua caliente, me como un bocata con el chico de los que empezaron en Arzúa porque ella tiene un problema de espalda que, aunque no es religioso, presenta unos inquietantes síntomas profernandosanchezdragoísticos, y me bajo otra vez a Santiago, caminando, ¡¡sin mochila!! Voy directamente a la estación de autobuses (Avda. de Lugo) Saco el billete (Alsa, 5.220), para hoy 21,30 y en la plaza del Obradoiro me encuentro al grupo mixto, a las 5 Barna (grandes fiestas), a los sevillanos, etc. y a P***, la catalana de los primeros días que había perdido en Samos (más bien a posta, dada su condición de vampira psíquica)


P*** me invita a una cerveza y me cuenta que ha hablado con su marido, que han tenido una pelotera de la hostia, que han decidido separarse, se me pone a llorar a moco y baba, etc., etc. Bueno, en resumidas cuentas: más cerveza en el Dakar. Por donde pasan a rendir pleitesía mis catalanes salvados de la sed ante Portomarín, mis catalanes de Barbadelo, y algunos más. Cenamos en el botafumeiro, donde consigo conocer al famoso Gregorio, destinatario de las notitas entre Portomarín y Palas de Rei.


[Inciso: llegamos a la catedral justo para ver el botafumeiro en acción: todo estaba listo para recibirnos, ya digo]


P*** se empeña en llevarme a un sitio donde estuvo la noche antes y allí le da un pijilitate que temo sea inicio de coma etílico, pero no: simple bajón. De todas formas, al estar consciente, quedo fatal con los camareros que tienen que limpiar la vomitona.


La acompaño a su hostal. Ya me había sugerido que me quedara con ella, pero ahora se pone extraordinariamente insistente. Resisto, de lo que me alegro infinitamente. Aunque, de haber estado medio buena, probablemente no habría podido resistir, lo reconozco. Me pillo un pelas (1.100 pelas de noche; de día unas 750), porque no estaba dispuesto a caminar, sobre todo porque no me había bajado la chupa y ya hacía frío. Además, qué coño, los goces pequeñoburgueses son una delicia después de tanto andar.


Al llegar, charla con los de la chica cuya espalda estaba mal y un colgado andaluz, que me recuerda a Antonio el Rasta que intentaba depredar a la chica. El cónyuge profernandosanchezdragosiano acaba insistiendo vehementemente en que no quiere dar pomada en la espalda a su chica delante de mí, pese a su insistencia, pero que, si ella quiere, que se la dé yo, joder. ¡Qué barbaridad! Ninguna intención por mi parte. En fin, acabo fumándome un peta con el doble de Antonio el Rasta, uno de esos profesionales del Camino que se lo pasan como los indios vacilando (y fornicándose, si se tercia) a los (las) paseantes, y a dormir.


Esta mañana, espectáculo gratis (muy emotivo). en el Monte del Gozo: Monxoi (gallego normalizado: Monte do goço") Hay un grupo de franciscanos de uniforme: jóvenes, italianos, que vienen andando desde Asís, o sea, del mismo Asís, de Italia, cuna de la Orden. Estaban rezando maitines y cantaban en latín y todo (en serio, impresionante). Verlos bajar entre la niebla ha sido de lo más sugerente, aunque uno de ellos llevase, si, hábito y sandalias, pero también una gorra de béisbol. No obstante la gorra, a mí el Gregoriano es que me puede.


Bueno, y aquí estoy. Por cierto, lo de Xena es surrealista. Hace rato, había un tipo con inequívoca pinta de romano que le contaba que toda la Galia está dividida en tres partes (y que, de todos los galos, los belgas son los más valientes, por cierto). Resulta ser -claro- Julio César, que se ha quedado colgado de Xena y, por eso, al parecer, decide invadir Germania. Es la explicación más razonable que he visto dar hasta la fecha a tal acontecimiento, por otra parte desfortunado, como todos los lances de amor.


Otra cosa: ayer, cuando llegué, vi dos mormones. Debe ser un destino de castigo, porque hay que tenerlos cuadrados para venir a Santiago a hacer proselitismo mormón en plena época de las peregrinaciones. (seguramente, allá en Utah, tomaron el coks sin estricar).
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Mas tarde (14 y algo)


Me he encontrado con las 5 B. Nos hemos hecho unas fotos de recuerdo que juran me mandarán. Majas chicas. He enchufado el móvil y he recibido un mensaje de Kraff: "Dónde andas capullo."


Oye... he intentado contestar, pero ya no queda saldo ni para mensajes. Por supuesto, ya me he quedado prácticamente sin un duro. Me quedan por delante seis horas y pico hasta la salida del bus. Bueno, lo habitual. Ahora estoy sentado en el pasadizo y ha relevado a los gaiteros uno que canta canciones de Silvio Rodríguez ¡y Sabina! Joder... ni en el mismo Santiago se libra uno.


¡Joder! Mi alemana favorita acaba de darme un susto de cojones al saludarme.


18/6/08

Peregrinatio Carpzovii (I)

Como estoy con el vago subido, lo que sin duda habrán podido apreciar mis pacientes lectores, aprovecho la sugerencia de uno de los CHSF de que, ya que estamos al inicio de la temporada de las peregrinaciones, comparta mis experiencias jacobeas con el selecto público que aparece por aquí o por lo menos con él. Bueno, pues –aunque no soy nada proclive al estriptís existencial- acepto y cuelgo mis notas del Camino de Santiago.

Quede claro que tengo en mi contra el haber sido montañero buena parte de mi vida (lo que le quita mucho glamour a la cosa) y el ser un repulsivo racionalista-hedonista. Además, sólo lo he recorrido por tramos, porque la última vez que tuve un mes seguido de vacaciones fue en 1983, que estaba en tercero de carrera.

Me limitaré a las notas que tomaba in situ hace ya unos cuantos años.


15 de agosto. 20.30 h.


Estoy ya en la estación de autobuses de Santiago, haciendo tiempo. Comí algo, me eché una siesta en un parque, presencié la llegada de la Volta ciclista a Comunidade Galega, volví a pasar un rato con las cinco chicas de Barna (lo que ha terminado de convencerlas de que soy Gandalf reencarnado es mi supuesta habilidad para encontrar parques donde echarse la siesta) y vimos a Jose el colega (más fotos, promesas de escribirse que jamás se cumplirán). Me acaba de llamar P***, que ya está "fuera del Camino", en Astorga, que está bien. De lo cual me alegro. En especial de que esté lejos, joder.

Estaba buscando una definición para todo esto.

Es una autosecta itinerante.

Llegas a alguna parte por donde pasa el Camino estándar y echas a andar hacia Santiago.

Cada uno trae su imaginario cultural particular previo. Unos son más jóvenes y otros más viejos, unos católicos ortodoxos, otros heterodoxos; otros esoterizantes que ni siquiera saben que sus rollos se basan en Sánchez Dragó; los hay como yo; hay simples deportistas, despistados totales, en fin... hay de todo. De toda España y europeos, básicamente franceses, alemanes e italianos, pero de todas partes: USA y Japón incluidos.

Esto tiene una peculiaridad: a Jerusalén y aledaños se va en avión y viaje organizado; aquí hay que venir andando (al menos 100 km. para que valga)

Ahora sigo, pero, para ilustrar lo que vendrá a continuación, voy a sacar la mochila de la consigna, lo que -durante el tiempo que me queda de esperar el bus- me señalará a ojos iniciados como peregrino, es decir: hermano, camarada, alguien con quien se puede hablar.

El Camino te saca del siglo. Independientemente de las creencias. Las creencias son un añadido ajeno al Camino, un adorno. De pronto empiezas a caminar para llegar a un sitio (mítico, por otra parte). Te cansas, en especial los que no tienen costumbre de estas cosas, que son la mayoría. Para los que estamos entrenados es distinto, pero para la mayoría es duro; para algunos, mucho. Eso ayuda a generar cierto estado mental. Tus (sus) costumbres cambian radicalmente y vas adquiriendo otras radicalmente ajenas a tu (su) vida cotidiana, tales como cansarte, dormir en el suelo, hablar con desconocidos. No te enteras de lo que pasa en el mundo (ni te interesa); aún la prensa es mayoritariamente local, pero local, local: El Norte de Castilla es The Wall Street Journal en comparación con El Progreso de Lugo. Vas conociendo gente que está en tu misma onda; quiero decir, "En el Camino". Sólo te relacionas con ellos y, en poco tiempo, se crean lazos muy intensos (aunque previsiblemente efímeros, como en la mili)

En sus tramos más frecuentados, El Camino está muy bien señalizado, lo que te evita pensar en la orientación. Vas siguiendo automáticamente tus flechas amarillas y ya está. Todos pasamos exactamente por los mismos sitios, dormimos juntos, conocemos los mismos lugares, compartimos la misma experiencia, incluso -inevitablemente en algunos casos- intercambiamos fluidos. En poco tiempo se diferencian dos tipos de humanos: los peregrinos y el resto: nosotros y ellos.

Joder, esto tengo que contárselo a la amiga K***. Para un estudio de antropología cultural es arquetípico. Nosotros nos comprendemos; ellos no pueden comprendernos: no están en El Camino. La única jerarquía que se crea es la que da la longitud del Camino recorrido o si lo has hecho más veces. Es decir: nada ajeno al mismo Camino influye. La opinión de alguien que no esté en el Camino tiene un valor muy relativo (tendente a cero). Esto no se codifica, pero surge de la naturaleza de las cosas, sin darte cuenta, a medida que pasan los días y los kilómetros y te acercas a Santiago.

Al final, temes llegar: la justificación de todo esto está en el camino, no en la meta.

Y, no obstante, la meta no decepciona. En cuanto se entra en el casco antiguo de Santiago, sientes que estás en algún sitio, un sitio -aparte de que lo has ido tiñendo sin sentir de connotaciones mágicas- que no decepciona. Si llegas en grupo, bajas por el pasadizo a la plaza del Obradoiro mientras unos tipos tocan la gaita (igual que en el metro de Madrid, pero esto es Santiago, y las gaitas suenan de otra manera), te extasías ante la plaza y la fachada de la catedral (si tocan las campanas, ya te cagas) y, cuando pones la mano en el parteluz del pórtico de la Gloria, como llevan haciendo los peregrinos durante mil años (y los turistas, pero la presencia de los turistas no hace sino cimentar tu sensación de ser diferente: iniciado), te cagas más aún. Si, encima, nada más cabecear al Maestro Mateo (este rito me lo he permitido: es suficientemente pagano), que es como decir: "¡casa!" comienza a bailar el botafumeiro, puedes... puedes casi tener ganas de convertirte a la fe de tus mayores.

Porque esto es un invento de la Iglesia, que es la secta en activo con más experiencia escenográfica. Es decir, litúrgica.

Llegas a la catedral y tienes que hacer cola con los putos turistas, porque los peregrinos no tienen ningún privilegio. No pueden, ni deben, tenerlo. Los turistas te miran como una curiosidad -eso- turística (por eso vienen aquí, por nosotros), folklore local, y van a un puesto a comprarse una concha y un bordón (no lo tienen muy claro, pero quieren ser tú) asumen, pues, su inferioridad, como tú tu superioridad. De algún modo, tú eres un iniciado y, hasta yo, que puedo ser acusado de muchas cosas, pero no de católico, me indigno al ver a un grupo de turistas paseando por la catedral siguiendo al guía que lleva un paraguas (cerrado, eso sí, si no daría mala suerte, supongo) en medio de la misa justo en el momento de la consagración, mientras un montón de otros turistas saca fotos (menos un pobre japonés al que le he dicho, con voz de Toshiro Mifune, que baka baka kinjiru! y se ha quedado tan atónito que debe seguir ahí con la boca abierta)

Y la Iglesia se reviste de todo su esplendor: aparte de los varios curas habituales, con vestimentas impresionantes, blancas y negras con la cruz-espada roja de la Orden de Santiago, concelebran tres curas irlandeses (inequívocamente irlandeses, sobre todo uno viejo que se ha pimplado todo el vino) y uno del mismo Bilbao. Sobre las piedras románicas, el oro de los retablos barrocos, los coros, ¡el botafumeiro! Se canta mucho. Han conseguido revestir la misa postconciliar de cierta magnificencia que no desencante, que impresione. Con más latines de lo que prevé la liturgia normal. Se trata de impresionar. Y uno de los atractivos consiste en una gente sucia, cansada, con mochila y bastón de pie mientras los turistas están sentados y sacan fotos.

Pero los turistas son necesarios (peregrinos habrá siempre), porque Santiago es el único sitio del orbe cristiano que le hace la competencia a Roma y Jerusalén y eso da un huevo de pasta.

Eso.

Santiago es el único sitio mágico conocido internacionalmente que nunca ha dejado de estar en activo, creo.

Se acerca una chica cojeando ostentosamente. No nos hemos visto jamás. Va limpia, pero con las sandalias de descanso reglamentarias. Yo miro sus andares. Ella mira mi mochila. Los dos nos miramos y nos echamos a reir.

Quod erat demonstrandum.