29/3/08

Euribor y tal

Hoy me he levantado demagógico, hombre, y os voy a hacer el resumen de la discusión final de anoche. Y quede claro que yo no me considero responsable de nada, que soy pobre y sólo puedo intentar hacer el bien en mis cercanías.

La actual crisis económica (por llamarla de alguna manera) tiene dos vertientes. Una, coyuntural y otra estructural, que, al haber coincidido espaciotemporalmente, la hacen de compleja lectura.

El aspecto coyuntural tiene su manifestación en la crisis ésta destapada por la cagada de las hipotecas basura (en España, aunque el sistema bancario es más serio aunque no por ello menos cabrón que en USA, tenemos nuestra propia versión causada por años de pelotazo inmobiliario descontrolado y gozosamente jaleado por el gobierno del chico de las pulseras y quienes hoy se quejan tanto - da igual, la anterior fue cuando estaba el PSOE)

Lo de las subprime tiene su punto de justicia poética, ya que esas hipotecas de mierda, enmascaradas merced a la desregulación y a la libre circulación de capitales que culminó el inicio de la desaparición de los estados, son hipotecas basura porque se les daban a gente a la que no tenían que habérseles dado, es decir: en roman paladino, pobres.

Como no se les debían conceder préstamos, se falseaban los datos para ocultar que eran putos pobres y que igual no podían pagar. Mientras tanto, por todos los otros flancos, se los seguía apretando, que para eso eran pobres. Hasta que ya no podían pagar esas hipotecas que no tenían que haberles sido "concedidas" y, cuando los pobres exprimidos han dejado de pagar lo que no podían pagar porque aquellos a quienes tenían que pagar les estaban sacando la pasta por todos los demás flancos posibles, el chiringuito va y se derrumba.

Es que hay que ser gilipollas. Cuando yo era pequeño, ya lo decía mi abuela: "la avaricia rompe el saco". Pero eso, creo, no lo enseñan en las facultades de empresariales.

En cuanto a lo otro, ya se sabe: el alza de los precios del petróleo y otras materias primas imprescindibles (comida incluida) provocada, aparte de por las aventuras iniciadas para forrarse por los neocons que mandan en Estados Unidos (para forrarse ellos personalmente, pero sus presuntos enemigos más acérrimos también, lo que delata el interés meramente privado de cosas como la guerra de Irak), y otras cosillas y genocidios diversos, por novedades con vocación de permanencia que ya venían anunciándose tiempo ha, aunque los niñatos licenciados en empresariales que controlan el trasiego de las bolsas no se enteraran (como no se enteran de todo lo demás) es decir, por ejemplo la promoción de China e India al rango de potencias y la subsecuente pretensión de sus pobladores y de sus empresarios de vivir como vivimos los que así lo hacemos por derecho geográfico de nacimiento; o sea, tener coche, calefacción, lavadora y demás. Esto supone un marrón del que parece que no queremos terminar de percatarnos. Al menos, los citados niñatos de empresariales, no parecen terminar de percatarse. Por lo menos en los medios de comunicación.

El caso es que nuestro modo de vida (o lo que era hasta ahora nuestro modo de vida) presupone la existencia de una mayoría de la población mundial "pobre".

Como ejemplo, tomemos ese concepto, tan caro a los lectores del dominical de El País, definido como "brecha digital". Los pobres ciudadanos del así llamado "Sur" se encuentran en desventaja respecto de los "ricos" del así llamado "Norte" en cuanto al acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (T.I.C.) lo que los mantiene atrasados, a los pobriños.

Quienes defienden tal idea son, en el mejor de los casos, unos desalmados y, en el peor, unos perfectos imbéciles. Es de suponer que los equipos de trabajo adecuados de determinadas corporaciones transnacionales (antes se las llamaba "multinacionales" a secas, pero el término ha quedado muy devaluado por la propaganda fascista y ya no debe emplearse) tendrán calculado con todo detalle qué pasaría con nuestro auge tecnológico en el caso hipotético de que las materias primas que permiten funcionar a nuestros amados artilugios informático-comunicativos fueran comprados a precio de mercado, en lugar de robados previo asesinato de sus propietarios.

Supongo que una habitanta de Kivu norte, pongo por caso, renunciaría gustosa al acceso a un ordenador a manivela por sólo 100 $ (imprescindible para que una compañía foranea pueda venderle la conexión a internet) a cambio de no ser violada y torturada -valga la redundancia- por veinte sicarios enloquecidos que luego igual la matan, igual no, según de qué humor estén.

Da la casualidad de que esos salvajes -enloquecidos como digo- constituyen el escalón más bajo (pero imprescindible para que los niños de aquí no den el coñazo en casa o puedan grabar las palizas a sus compañeros del cole) del personal laboral de determinadas empresas dirigidas por respetables mecenas de las artes cuyos logotipos nos son tan familiares porque los vemos cada vez que -verbigracia- mandamos un mensajito con el móvil a un colega para decir cualquier gilipollez, cosa que, por cierto, acabo de hacer yo hace un momento.

Moraleja: si desde 1994 no hubiera habido en África unos seis o siete millones de negros muertos a consecuencia de diversas guerras, nosotros no viviríamos como vivimos y -lo que es infinitamente más grave- los márgenes y, por tanto, los emolumentos de los altos directivos y los dividendos de muchas compañías se habrían visto notablemente reducidos.

La verdad es que resulta la mar de desagradable hacerse a la idea de que esto de que podamos dedicarnos a bloguear gratis es posible merced al robo y asesinato masivo.

Nota bene: Anoche, uno de los discutientes, que es cliente de este vuestro blog, me decía que la culpa es de los africanos por no comportarse como ciudadanos y no ejercer sus derechos. Después de darnos unas cuantas voces, descubrí que lo decía en serio. Es profesor de secundaria y espero que se pique y diga algo, que para algo me publicita mucho. ;)

Nota más bene todavía: Hace un rato en el aperitivo o vermú, otro conocido que trabaja en una oenegé relacionada con salvar a los niños y frecuenta los Balcanes, me ha dicho que es que extrapolo y que eso de África son cosas étnicas y, poco más o menos, que es que los negros son así de brutos y ya está.

27/3/08

Mapa grande

Lamento las molestias. Aquí está el mapa de Asia decimonónico con su Tibet, su Turkestan, su Baluchistan, su Transcaucasia, su Afganistan antes de la Linea Durand, su Siam enterito, incluyendo la Conchinchina... en fin, todas esas cosas


24/3/08

Soy un torpe de las gónadas


Buenas tardes a todos y todas.
Acabo de hacer una cagada de esas que hacen época y, trasteando, trasteando, acabo de borrar la lista de enlaces a mis blogs predilectos.
Así que, mientras lo arreglo y para facilitarme un poco la labor, los que os pasáis por aquí habitualmente, me podíais mandar un correo o dejarme un comentario con la url, porque, con lo vago que soy voy a tardar un buen rato, que me conozco.

22/3/08

Antes de la carga del hombre blanco



Una de esas maldades prometidas en la barra física. Intentas encontrar en Google un mapa histórico del Tibet y (no vale la biblioteca de la Universidad de Texas) No hay.
Así pues, que hay que recurrir una vez más a mis viejos armatostes en papel del siglo XIX. Prueba de agudeza visual: ¿Dónde está un país que debería ser gobernado por un monarca teocrático con un vestido naranja muy raro y aficionado a levitar?
En cambio, ver una cosa llamada Beluchistán, o las fronteras de Afganistán antes de la línea Durand o, aunque ya esté muy pasado de moda, una cosa llamada "Siam".

16/3/08

Venceréis pero no convenceréis


(La imagen no corresponde al acto -ésta es del 31- He encontrado una, pero no hay forma de subirla y que se quede aquí. Ya lo intentaré)

Hace unos postios, hablé de lo último que escribió Unamuno. Fue una carta al director de ABC, en respuesta a una información falsa sobre él que había sido publicada el día anterior. 11 de diciembre de 1936. En aquel momento, Unamuno llevaba desde el 12 de octubre en arresto domiciliario y le quedaban unos días de vida. Dice así (en Carlos Rojas, "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! Salamanca 1936", Planeta, 1995.)

Aunque conozco de antiguo, señor mío, su característica mala fe, esta vez quiero decírselo. En el número de ese ABC sevillano de ayer, día 10, leo un suelto que dice: "Carta de don Miguel de Unamuno a todos los centros docentes extranjeros." Pues bien, eso es mentira y usted lo sabe. Primero, hace tiempo que no soy rector de la Universidad de Salamanca desde que esta gente me sustituyó.

Esa carta, acordada en claustro, no es mía sino de la universidad. No la redacté yo. Luego la puso en latín macarrónico un cura cerril.

Y ahora debo decirle que por muchas que hayan sido las atrocidades de los mandos rojos, de los hunos, son mayores las de los blancos, los hotros. Asesinatos sin justificación. A dos catedráticos a uno en Valladolid y a otro en Granada por si eran... masones. Y a García Lorca.

Da asco ser ahora español desterrado en España.

Y todo esto lo dirige esa mala bestia ponzoñosa y rencorosa que es el general Mola.

Yo dije que lo que había que salvar en España era la civilización occidental cristiana, pero los métodos no son civilizados sino militarizados, no occidentales sino africanos, ni cristianos sino católicos a la española tradicionalista, es decir anticristianos.

Esto procede de una enfermedad mental colectiva, de una verdadera parálisis general progresiva espiritual, no sin base de la otra, de la corporal. Sobre todo ahí, en esa corrompida Andalucía -de una parte y de otra- este estallido de repugnantes pasiones, resentimientos, envidias. Odio a la inteligencia, se manifiesta en invertidos, sifilíticos y eunucos masturbadores.

No es éste el Movimiento al que yo, cándido de mí, me adherí creyendo que el pobre general Franco era otra cosa que lo que es. Se engañó y nos engañó. (...)

Entre los hunos -rojos- y los hotros -blancos (color de pus)- están desangrando, ensangrentando, arruinando, envenenando y -lo que para mí es peor- entonteciendo a España. En la España que proclama como caudillo a Franco -personalmente un buen hombre víctima y juguete de la jauría de hienas- cabrá todo menos franqueza. Ni amor a la verdad. Pero ustedes, los de ABC, podrán seguir envenenando con mentiras, insidias, calumnias...

Le escribo esta carta desde mi casa donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. me retienen en rehén no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a los otros, será aquí, en mi casa.

Y no quiero seguir. Aún me queda por decir.

Miguel de Unamuno

Salamanca, 11-XII-36.



A propósito de la frase -sí: de Goering- "cuando oigo la palabra cultura, saco mi pistola", se mencionó a Millán Astray y su escenita con Unamuno en Salamanca en el 36.

Juan Eslava Galán, en su libro "Una historia de la guerra civil española que no va a gustar a nadie" ( Planeta, 2006), nos cuenta la situación de modo muy gráfico: 12 de octubre de 1936, día de la raza. Zona nacional, celebración académica:

Salamanca, 12 de octubre

A media mañana no cabe un alma en el paraninfo de la universidad. Se va a conmemorar la Fiesta de la Raza. La noble sala presenta un animado aspecto, con los vivos colores universitarios, que contrastan con los vestidos de fiesta de las señoras, las camisas azules y los uniformes blancos de los falangistas, los uniformes verdes de los legionarios, los caqui de los soldados de tierra y los azul marino de los aviadores.

En la presidencia, en mesa corrida sobre el estrado, se acomodan doña Carmen Polo de Franco, don Miguel de Unamuno (el enteco rector magnífico que preside el acto en nombre de Franco), el cardenal Pla y Deniel, gordo y mofletudo, con su grueso anillo y su esclavina morada, y el general Millán Astray, descarnado, con su parche en el ojo, su horrible cicatriz en la cara y la manga vacía de su manquedad. Asisten, de público, otras autoridades de menor significación, y la inevitable cohorte de barandas y arrimados.

Don Miguel se sienta con gesto serio. Como está en desacuerdo con casi todo lo que está ocurriendo en el país, ha decidido no hablar más de lo estrictamente necesario. Se limitará a conceder la palabra a los oradores previstos.

El viejo pensador lleva en el bolsillo, y le quema, la carta desesperada de la esposa de su amigo, el pastor protestante Atilano Coco, al que van a fusilar por masón (en efecto, lo fusilarán el 8 de noviembre).

Uno de los oradores, Francisco Maldonado de Guevara, pronuncia una especie de mitin en el que denuncia a Madrid, Barcelona y Bilbao como vértices de la anti-España roja opresora de la parte sana del país. Unamuno, nervioso, crecientemente indignado por lo que oye, saca la carta de la mujer de Atilano y anota en el sobre los conceptos más peregrinos que el orador expresa.

- ¡No aguanto más! -se le oye rezongar-. ¡No quiero aguantar más! ¡Esto es una vergüenza!

Cuando termina el turno de oradores, el rector de Salamanca se yergue flaco, quijotesco y un punto tembloroso. Pasea su mirada de águila miope por el auditorio.

- Dije que no quería hablar porque me conozco -advierte, en medio del impresionante silencio-. Pero se me ha tirado de la lengua y debo intervenir. Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. (...) Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión; el odio a la inteligencia que es crítica y diferenciadora, inquisitiva, mas no de inquisición.

"Se ha hablado también de catalanes y vascos llamándolos la anti-España; pues bien, por la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis. Ése sí es un Imperio, el de la lengua española, y no...

En ese punto, el general Millán Astray suelta un bufido, da un puñetazo sobre el tablero de la mesa y se levanta gritando:

- ¡¿Puedo hablar?! ¡¿Puedo hablar?!

Uno de los legionarios de escolta apresta su fusil ametrallador. Entre el público alguien grita la divisa de la Legión: "¡Viva la muerte!" Los espectadores, acojonados, se hunden en sus asientos. Millán Astray toma la palabra que nadie le ha otorgado:

-¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña son dos cánceres en el cuerpo de la nación! El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en carne viva y sana como un frío bisturí. La carne sana es la tierra; la enferma, su gente. ¡El fascismo y el ejército arrancarán a la gente para restaurar en la tierra el sagrado reino nacional...!

El general legionario, repetidamente remendado, prosigue su parlamento con voz atropellada que espurrea saliva. Alude a los valientes moros que lo mutilaron, pero que hoy merecen su gratitud porque combaten contra los malos españoles. Se atropella al hablar, pierde el resuello.

El público prorrumpe en vivas a Franco, a España y al ejército. Unamuno adelanta una mano en solicitud de palabra. Se hace el silencio. El rector, con voz firme, explica su postura:

- A veces callar significa mentir; porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia (...) Quisiera comentar el discurso, por llamarlo de algún modo, de Millán Astray (...) Dejemos aparte el insulto personal que supone la repentina explosión de ofensas contra vascos y catalanes (...) Acabo de oír el grito necrófilo e insensato de "¡Viva la muerte!". Esto me suena lo mismo que ¡muera la vida! Esta ridícula paradoja me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte. ¡Y no otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma (...) Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad del espíritu, suele sentirse aliviado viendo cómo aumenta el número de mutilados alrededor de él.

El general Millán Astray no es uno de los espíritus selectos (...) el general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía ver a España mutilada, como inconscientemente lo dio a entender...

Millán Astray, que se ha mantenido erguido, en posición de firmes, lanzando la mirada asesina de su único ojo al filósofo, no puede contenerse más y grita:

-¡Muera la inteligencia!

Acude al quite, con la pomada, José María Pemán, el fino escritor gaditano arrimado al séquito de Franco:

-¡No!- exclama conciliador-. ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!

Sobre el murmullo de la sala truena nuevamente la voz apocalíptica de Unamuno:

-¡Éste es el templo de la inteligencia y yo soy su sumo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto (...) ¡Venceréis, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho.

En el salón, la gente se ha levantado. Se escuchan voces indignadas contra Unamuno. Llueven los insultos. Un tumulto de puños amenazadores se levanta hacia el filósofo. Esteban Madruga toma a Unamuno de un brazo e indica a doña Carmen Polo, que ha asistido al rifirrafe pálida y hierática, que le tome el otro. El obispo los acompaña con gesto de comparsa. Al salir, Unamuno tropieza y doña Carmen Polo lo sostiene.

-¡Dele usted el brazo a la señora! -Le grita Millán Astray.

En el pasillo doña Carmen suelta el brazo de Unamuno y se retrae discretamente del tumulto.

Juan Crespo, afiliado al partido monárquico, acompaña al rector a su casa. A partir de este momento, Unamuno estará vigilado por un policía de paisano que seguirá sus pasos en sus raras salidas. Prácticamente es un arresto domiciliario.

8/3/08

Reflexión del día




Ayer ETA llevó a cabo una brillante acción de guerra contra el opresor estado español matando a un currante en Mondragón. La mejor reflexión la escuché en la radio de boca de un amigo de Isaías Carrasco, con el que acababa de tomarse unos vinos: "Si pillo yo a esos hijosdeputa..."

Llevo toda mi vida oyendo a los políticos condenar atentados y hablar del fin de ETA y, la verdad, ya no queda margen para la originalidad. Sólo sería deseable que abandonaran la única novedad de esta legislatura, es decir, tirarse los muertos a la cabeza.

Prueba de que ETA está en fase terminal y ha perdido el Norte, si alguna vez lo tuvo, es que el asesinato, en términos políticos, a quien más perjudica es a la autodenominada izquierda abertzale.

Por una parte, porque muchos de quienes se perciben a sí mismos como izquierda abertzale están hartos de una violencia que, consideraciones éticas aparte, saben que los tiene metidos en un callejón sin salida. Están hartos de no poder defender sus ideas en el terreno político sin que su estrategia venga impuesta desde la banda. Esto ya llevó en su día a la escisión que dio origen a Aralar y, de seguir así las cosas, podría derivar en más defecciones.

Por otra, porque como es evidente, este asesinato lo único que consigue es aumentar su aislamiento y su pérdida de legitimidad. Por legitimidad entiendo -obviamente- su propia percepción de la misma.

¿Por qué ETA ha hecho esto? Por hábito. Tienen que recordar en campaña electoral que existen y que pueden seguir chantajeando -o intentando chantajear- a la población. Han atacado un "objetivo blando", un trabajador que no tomaba especiales precauciones, que no tenía escolta y cuya única relevancia consistía en haber sido concejal de su pueblo y militar en un partido y un sindicato. El mero hecho de la cantidad de disparos realizados marca la diferencia entre los asesinos profesionales de antaño y los aficionados de ahora. El objetivo y la ejecución del crimen, aunque exitosa, deja patente las carencias de la banda.

¿Por qué se empecinan en seguir haciendo estas cosas? Porque son su única razón de ser. La única razón de ser que tiene ETA es seguir arrastrando su miserable existencia. Un terrorista que vive en la clandestinidad ha renunciado a llevar una vida normal. Diga lo que diga una propaganda de primero de guerra psicológica que a mi juicio es errónea, un terrorista vive mal: con pocos medios (como han revelado las últimas operaciones policiales), en un estado de estrés perpetuo y, sobre todo, sin relacionarse con nadie que no pertenezca a su entorno. Son, antes que nada, una secta.

Sólo alguien con el cerebro lavado puede considerar seriamente que Euskal Herria es un país oprimido, sujeto a la ocupación militar de España y Francia. Y, sin embargo, muchos lo consideran así. Durante un tiempo, pudo hablarse de ello. Pero eso se acabó en los años 80. Muchos de quienes en tiempos fueron dirigentes de la banda o algunos de sus más eficientes asesinos han llegado a la conclusión, tras largos años de cárcel, de que los asesinatos no llevan a ninguna parte. Eso es porque han adquirido perspectiva. Aunque no se arrepientan (debe ser muy duro asumir que durante muchos años de tu vida has sido un asesino sanguinario por nada y que estás en la cárcel por nada) al menos enfocan la situación política de un modo realista, compatible con la manera de pensar de una persona relativamente normal.

Muchos de los antiguos militantes de ETA tenían una honda motivación política. Incluso formación política. Reaccionaban ante una situación que, en su momento, existió. Cualquiera podía percibir que, hace ya mucho tiempo, el Estado ejercía violencia. Violencia, todo hay que decirlo, provocada en buena medida por la propia banda según el clásico esquema acción-reacción. Pero hoy ya no es así de ninguna manera.


Hace mucho que se reproduce el mismo esquema: cuando una generación de etarras se hace mayor y empieza a darse cuenta de que la realidad existe más allá de sus entelequias ideológicas, los jóvenes a los que ellos mismos vendieron la moto en su momento, deciden que son unos traidores y optan por seguir por el mismo camino, dando cabezazos contra el muro y sintiéndose importantes porque pueden matar y dar miedo.

El problema es que en Euskadi, quienes hoy nutren las filas de ETA o sus escalones previos dedicados a la guerrilla de baja intensidad o a la mera propaganda, son meros radicales antisistema. Gente que es incapaz de adaptarse a la sociedad en la que los ha tocado vivir y que en el resto de España se limitarían a ir por ahí con una cresta y una litrona y, de vez en cuando quemar algún contenedor en una manifestación. En Euskadi, hay una infraestructura ideológica que les da cobertura para que piensen que están haciendo algo. Para que se sientan alguien. Un fracasado quiere sentirse alguien. Y ETA, hoy por hoy, no es más que una peligrosa terapia -temporal- para fracasados.

1/3/08

Cuando oigo la palabra cultura, saco mi pistola



La frase del título se atribuye por lo general al Reichsmarschall Hermann Goering (o Göring, según las grafías) y, reconozco que, al igual que le pasa a Mariano Rajoy, he acabado por entender a qué se refería.

La amiga Marisheli, nos ha enviado un tesoro, pero como es tímida y no lo publica ella, pues lo cojo y lo hago yo como vicario in partibus.

Tengo mi anécdota personal con el autor, que todos los clientes se conocen: estaba yo hace cosa de 12 años en mi caseta de la feria del libro antiguo en Recoletos. Era la hora de los profesionales, es decir: un día entre semana a la hora de comer, cuando uno puede huronear apacible y distendidamente , libro por libro sin que nadie te de el coñazo, y ahí estaba José Luis Sampedro en la caseta, mira que te mira.


Al otro lado del mostrador ("tablero" en la jerga del oficio), había un chaval de unos 14 años que lo miraba arrobado. Le sonrío. Me sonríe. Me tiende un cuaderno y un bic y me dice:

-- ¿Le puede pedir un autógrafo?

Yo me quedo impresionado, pero, consciente de mi función de difusor de la cultura y adiestrador de las jóvenes generaciones, le digo:

-- ¿Qué dices? pasa y pídeselo tú.


El mensaje es: aquí todos somos lectores. Somos iguales. Raymond Chandler publicó su primera novela a los 56 años.


El chaval pasa a la caseta, acojonado, y se dedica a seguir con veneración las evoluciones de JLSP a respetuosa distancia, hasta que el eximio autor se percata de que está pasando algo raro y le mira desde su altura (física: el tipo es viejo, pero muy alto)


El chaval le tiende el cuaderno y el bic y a duras penas acierta a balbucear:

-- Autógrafo.

JLSP lo mira, atónito. Coge el cuaderno y el boli y le firma.

El chaval se va encantado de la vida.

JLSP me mira muy extrañado, mientras me tiende el libro sobre el que se apresta a regatear formalmente y me dice:

-- "Debe haberme confundido con un jugador de baloncesto".

Bueno, ya he contado la batallita introductoria y ahora, la chicha:


Creo que firmándolo J.L. Sampedro merece la pena difundirlo


POR EL PLACER DE LA LECTURA: La SGA (Sociedad General de Autores) ataca de nuevo. Escrito y firmado por José Luis Sampedro, escritor, filósofo y buena gente. POR LA LECTURA


Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.



Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos. Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.


Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.


Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque: a) obtiene algo a cambio.


b) es objeto de una sanción.


Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?


Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?.¿Acaso dejaron de cobrar por el libro?. ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos? Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.


Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.


¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!


José Luis Sampedro


Si estas de acuerdo, pásalo. Por el placer de la lectura.