El otro día, en una de las charlas previas a la comida del Ávila, surgió una situación que me lleva a amargas reflexiones. Un miembro de número de Clientes Habituales Sin Fronteras (un proyecto serio de ayuda al desarrollo) y éste vuestro humilde narrador, comentábamos la actual situación en Oriente Medio (o próximo, como se dice ahora; o sea: el Machrek).
Una de las parroquianas habituales, tanto de las barras físicas como de la virtual, mantenía que a ella le importaba una mierda lo que pasara en Irak. A mí me parece un tanto fuerte que alguien diga que le importa una mierda lo que pasa en Irak, basándose en el contundente argumento de que pasa a miles de kilómetros de aquí; pero, bueno, alabo la sinceridad de nuestra contertulia, ya que son innúmeros como las arenas del desierto y las estrellas en el cielo quienes piensan igual pero les parece de mal tono decirlo.
Nuestra argumentación pasó por alto la cosa de la natural empatía con el resto del género humano, (argumento este que te puede llevar a ser desacreditado con el calificativo de "jipi") aún haciendo referencia a la íntima desazón que todavía me causan las imágenes de niños destripados. Mi razonamiento es simple, creo: aparte de porque soy un sensiblero trasnochado, me importa lo que ocurre in partibus porque, en estos tiempos que corren, tiene su repercusión aquí en casa. Ejemplo: el 11-M. Los bombardeos de poblaciones civiles en Irak, Líbano, Palestina o Afganistán, son respondidos en la medida de lo posible con bombardeos en Nueva York, Londres o -vaya por Dios- Madrid.
Bien, pues varias cosas (aquí ya no me ciño a lo que decía nuestra contertulia, que sé que leerá esto y contestará adecuadamente):
Una, que resulta que lo de Nueva York "es distinto", y sí importa no obstante el hecho indubitado de que esa ciudad está mucho más lejos de nosotros que Bagdad o Beirut. El único motivo de que, en este caso, sí que importe lo de Nueva York es que los muertos eran americanos normales y no unos moros de mierda que lo que les pasa es que "son así". Al parecer, los árabes son una gente muy rara que disfrutan matándose unos a otros; y el hecho de que sean masacrados ecuánimemente por yihadistas, israelíes o americanos, responde tan sólo a su peculiar idiosincrasia.
Dos: que la matanza de Madrid no tiene nada que ver con lo que pasa en Morabia. Al parecer, la de Nueva York o la de Londres sí, pero la de Madrid, no. (Obviamente, las de Bali, Sharm el Sheij, Casablanca, etc., dan igual porque no importan, por los motivos que ya conocemos)
Y aquí constato que las miserables trapacerías de nuestra política doméstica comienzan a afectar seriamente a nuestra capacidad de supervivencia. El hecho de que la facción por ahora dominante de un partido político y una serie de mercenarios mediáticos se hayan inventado un culebrón para desgastar a otro partido, aquí en España, ha conseguido alterar la percepción de la realidad de buena parte de la población.
Y eso es muy peligroso en un momento como el actual, en que Al Qaeda y sus secuaces llevan la iniciativa en todos los campos y -lo que es peor- están ganando en casi todos menos en Chechenia: Irak, Afganistán (sólo cuestión de tiempo), Somalia (¿se acuerdan?), Sudán... por no hablar de sitios más europeos. Y no paran de abrir nuevos frentes, como ahora mismo en Líbano. Pero, lo que más debería inquietarnos (a los americanos les inquieta mucho) es que se hayan implantado en el Magreb, cosa que tienen muy en cuenta todos los Gobiernos de la zona y las special forces que trabajan allí.
Lo digo más que nada porque últimamente Bin Laden y sus chicos no pierden ocasión de recordar que es obligación de todo buen musulman reconquistar Al Andalus, usurpada por los miserables kafires que -casualmente- somos nosotros, y cuya muerte (la nuestra: la mía y la de mis amables lectores) no es un crimen, sino un regalo a su dios. Dios que, también casualmente, es el mismo de los cristianos y de los judíos y, según parece, tiene la misma sed de sangre en las tres religiones.
Así, resulta la paradoja de que el puro y duro racismo, o -si os parece más literario- el atávico odio al moro propio de los españoles a quienes nadie ha pedido disculpas por haber conquistado España en el 711, lleva a buena parte de dichos españoles a no darse cuenta de la situación extremadamente peligrosa en que nos hallamos, peligro reconocido por las instituciones encargadas de que podamos dormir más o menos tranquilos por las noches. Por puro reflejo condicionado, construido trabajosamente por la propaganda del talibán matutino, pedro j. y sus colegas, se desechan poco menos que como bulos socialistas todas las señales de alarma que, con toda claridad, nos están enviando quienes querrían ser nuestros asesinos.
La cosa lleva al extremo paradójico de trabajar para que los asesinos ya capturados y que están siendo juzgados como corresponde a un Estado de Derecho, sean considerados inocentes; lo que, no sólo es estúpido en sí, (es lo que pasa cuando uno tiene que ser coherente con sus propias mentiras y acaba creyéndoselas) sino que da argumentos a nuestros enemigos; ya que, para demostrar la insufrible opresión que los pérfidos usurpadores de Al Andalus imponemos a los musulmanes, no hay más que recurrir a los propios medios de comunicación españoles, básicamente El Mundo y la COPE. Cuando los del 11-M iniciaron su breve huelga de hambre, temblé al imaginarme que se prolongara y sus demacradas imágenes apareciesen en Al Jazeera, y las webs islamistas usando fuentes de El Mundo o Libertad Digital.
También de modo paradójico, el único tipo que habla de esto es Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del PP. Bueno, cuando le dejan. Casualmente, está amenazado de muerte por los yihadistas por escribir un libro hablando de estas cosas. Tarde o temprano, alguien pondrá la primera bomba en Ceuta o Melilla antes de que lo pillen y entonces veremos qué pasa.
Mi opinión es que, si las cosas siguen su curso natural y la gente decide asustarse, acabaremos viendo cómo se abre paso la idea de expulsar de Europa a todos los musulmanes y se reivindica a los Reyes Católicos y a Felipe III. Por otra parte eso es lo que pretende Bin Laden.
P.D.: la percepción alterada de la realidad no es privativa de los españoles: la ONU, la OTAN y la UE, en su proyección mediático-humanitaria, parecen conjuradas para no tener en cuenta el dato curioso de que sistemáticamente son detenidos aquí en casa yihadistas que se han entrenado en Chechenia, Bosnia o Kósovo.